
19 dic De aquellos polvos, estos lodos: la doble dana cooperativa
València, 19-12-2024
Es importante comprender que las cooperativas no somos empresas como las demás porque en ellas el capital es secundario: es un instrumento más de la acción económica y no el fin en sí mismo. Esto trae consigo una serie de particularidades que no siempre acaban de entenderse bien en un entorno empresarial, social y político que con demasiada frecuencia se deja arrastrar por las relaciones mercantiles y sociolaborales más convencionales.
Así ha sido también con ocasión de la lamentable catástrofe que asoló Valencia el pasado 29 de octubre. A las cooperativas nos ha tocado la dana por partida doble: 478 de nuestras empresas se han visto afectadas, teníamos casi 11.000 trabajadores en cooperativas de las zonas siniestradas, y ahora, además, resulta que algunas de las medidas estrella de nuestros gobernantes para paliar el impacto de la dana en las empresas se aplican a las cooperativas en condiciones discriminatorias.
Pero no es casualidad que no se conozca bien la singularidad cooperativa, porque es una fórmula que apenas se estudia en los grados de Derecho, Economía y Administración y Dirección de Empresas; y ahí está probablemente una de las causas de su desconocimiento. Como se nota también que el cooperativismo no participa en las mesas de diálogo social en las que se están negociando las medidas extraordinarias para la recuperación y reconstrucción tras la riada.
Esta dana, que tantas cosas ha dejado al descubierto, ha puesto también de manifiesto la invisibilización del cooperativismo, seguro que involuntaria, por parte de las Admistraciones, tanto de la estatal como de la autonómica. A ambas, cuando nos llamaron para preguntarnos qué necesitábamos las cooperativas valencianas afectadas por el temporal, les trasladamos una primera y principal reclamación, que prácticamente era comprensiva de todas las demás propuestas que les hicimos llegar. Les pedimos, con vehemencia, que todas las medidas que se arbitraran para mitigar el impacto de la dana tuvieran en cuenta las particularidades de las empresas cooperativas y de sus socios. Sin embargo, no está siendo así.
Ya tenemos experiencias previas en las que normas de tanto alcance como la reforma laboral tuvieron que ser enmendadas a posteriori para introducir cambios que removieran los perjuicios que la ley, en su primera redacción, causaba a las cooperativas. Y fue por desconocimiento, insisto, no por voluntad del legislador, porque quienes estaban sentados a la mesa negociadora se mueven en parámetros distintos a los nuestros. Ahora, con la dana tenemos nuevos ejemplos que, desafortunadamente, nos vuelven a poner frente al mismo espejo. Ante el Ministerio de Trabajo y Economía Social, como «embajador» de las cooperativas dentro del Gobierno de España, hemos manifestado dos cosas. Por un lado, para cualquier fórmula empresarial existe un sistema mucho más ágil y sencillo en la tramitación de los ERTE de fuerza mayor, como es el caso de esta dana; sin embargo, a las cooperativas se les exige para la tramitación de estos ERTE, cuando afectan a socios trabajadores, exactamente lo mismo que en un procedimiento por causas económicas ordinario. Y, por si esto fuera poco, luego nos encontramos con que en la regulación de las ayudas para la reposición de vehículos dañados hay una relación pormenorizada de fórmulas jurídicas beneficiarias y, entre ellas, han olvidado incluir a las cooperativas. Increíble, pero cierto.
La Generalitat, pese a la buena disposición que muestran sus responsables, tampoco acierta mucho más. En el decreto por el que se aprueban las ayudas directas urgentes a las empresas damnificadas se contempla una compensación adicional por cada persona trabajadora; y vuelve a obviarse la singularidad cooperativa. Tal como está redactado, deja fuera a los socios trabajadores que hayan elegido el régimen de autónomos, que se quedan en un limbo sin sentido, ya que, por ahora, no pueden acceder ni a estas ayudas ni tampoco a las previstas para las personas trabajadoras autónomas.
O se nos castiga por ser cooperativas o se nos invisibiliza. Con cosas así tenemos que lidiar continuamente. Si la fórmula cooperativa no tiene la relevancia que merece en los planes de estudio y en los servicios públicos y si, además, el cooperativismo no puede participar con voz propia en el diálogo social para asegurar que nuestras inquietudes sean adecuadamente expuestas y atendidas, éstas son las consecuencias. De aquellos polvos, estos lodos.
Menos mal que el artículo 129 de la Constitución Española dice que “los poderes públicos promoverán eficazmente las diversas formas de participación en la empresa y fomentarán, mediante una legislación adecuada, las sociedades cooperativas”. Por favor, señoras y señores dirigentes, corrijan sus errores; y háganlo cuanto antes.